1. ¿Quienes son los alumnos de Síndrome de Down?


1.1. Síndrome de Down:

 

El síndrome de Down, llamado así por ser identificado por el médico inglés John Langdon Down al principio del siglo XIX, es una condición humana ocasionada por la presencia de 47 cromosomas en lugar de 46. Existe un cromosoma extra en el par 21, por lo que este síndrome también recibe el nombre de trisomía 21.

Esta alteración genética aparece por la llamada “no disyunción”, un error durante la división de los cromosomas en el núcleo de la célula. Consiste en que las células del bebé poseen en su núcleo el cromosoma extra.

Los seres humanos tenemos normalmente 46 cromosomas en el núcleo de cada célula de nuestro organismo: 23 concebidos del espermatozoide del padre y 23 del óvulo de la madre. De esos 46 cromosomas, 44 son denominados regulares o autosomas y forman parejas (de la 1 a la 22) y los otros dos constituyen la pareja de cromosomas sexuales llamados XX si el bebé es niña y XY si es niño.

En cada célula del ser humano se da la acción coordinada del material genético. En el caso del Síndrome de Down, al tener material genético “extra”, esta acción se dificulta manifestando unas alteraciones leves sobre la estructura celular, la función del organismo y del cerebro, y sobre la conducta y el aprendizaje de las personas con Síndrome de Down. En la mayoría de los casos es un azar genético.

El bebé con síndrome de Down tiene características similares al resto de los bebés; las dificultades que puede presentar somos capaces de afrontarlas cada vez mejor. La investigación sobre el síndrome de Down en el campo de la educación y de la salud es tan intensa que vamos alcanzando mejoras sustanciales de una generación a otra.

                                                         


 

1.2. Base neurológica de aprendizaje:

Ni el desarrollo ni la maduración cerebral terminan con el nacimiento, sino que prosigue aún tiempo después, dándose una plasticidad aprovechable. El número de neuronas con que nacemos no aumenta, pero sí aumenta el número de sus conexiones: el número de dendritas. Para que una neurona se exprese y funcione tiene que tener conexión con otras. Ese número de conexiones es el que se puede lograr desarrollar en las personas con síndrome de Down.

 El cerebro del bebé con este síndrome está capacitado para recoger la información del exterior e interpretarla.  Aquí nombramos entonces la plasticidad que es la propiedad que permite que la genética sea invadida, corregida, rectificada por la experiencia vital de cada individuo y conforma la base esencial del aprendizaje, de tal forma que, si desde el nacimiento de una persona con síndrome de Down le proporcionamos estímulos correctos para provocar respuestas en diferentes áreas, aceleraremos de forma significativa el crecimiento de su desarrollo cognitivo y de su autonomía. Todo aquello que posibilite la llegada de la información exterior y el desarrollo de los estímulos sensoriales, favorece también el desarrollo cerebral. Por lo tanto, el desarrollo del cerebro va a ser fruto de dos grandes elementos: la capacidad genética y el ambiente; en nuestro caso la capacidad genética y la intervención educativa.

La acción educativa va a favorecer en gran manera el desarrollo cognitivo. Su pleno desarrollo va a depender muy directamente de nuestro trabajo tenaz, constante y confiado en sus posibilidades

 

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1.3. Características educativas:

Las personas con s.D. presentan unas características que les dan una apariencia común, propia del síndrome, pero con una clara diferencia determinada por la herencia y el ambiente de cada individuo por lo que también son diferentes entre sí.

Partiendo de su individualidad, podemos considerar un conjunto de características que les son comunes en el alumnado con s.D., si bien en grado diverso:

  •  Son competentes para aprender. No todos tienen la misma capacidad, pero todos pueden aprender si creemos en sus posibilidades, le damos oportunidades y planteamos estrategias de enseñanza acordes con sus peculiaridades. Para que se produzca un aprendizaje adecuado, la familia, la escuela y la sociedad deben interactuar con estrategias de aprendizaje apropiadas a su forma de ser y de aprender.
     
  • Aprenden en la escuela de todos. Ellos tienen capacidad para desenvolverse con crecientes grados de autonomía. La escuela educa en la convivencia y no sólo transmite conocimientos, sino para enseña a descubrirlos de manera compartida. Se atiende a sus diferencias con estrategias adecuadas a su modo y ritmo de aprender, dando respuesta a sus necesidades.
     
  • Lentitud en su capacidad cognitiva, debido a que los procesos y los ritmos de los sistemas nerviosos y cognitivo son más lentos, y por tanto el aprendizaje también. Tienen una manera distinta de adquirir y organizar la información. La entrada de información, su procesamiento y su posterior respuesta discurren lentamente en su cerebro. Aunque las personas con s.D. son inteligentes y desarrollan su inteligencia ( inteligencias múltiples) a lo largo de su vida. Esto implica que una medida de la inteligencia basada en los ámbitos lógico-matemáticos y/o lingüísticos no concluiría resultados ni objetivos definitivos. Es, por tanto, muy conveniente, que la atención educativa al alumnado con Síndrome de Down desarrolle la inteligencia en todos sus ámbitos y vertientes, ya que así implementaremos un proceso de calidad, respetuoso con el individuo y adaptado a las posibilidades de nuestro alumnado, logrando un desarrollo integral de la persona.
     
  • Presentan dificultades en los Procesos Psicológicos Básicos: percepción, memoria, lenguaje, atención y en la motivación. En general, la percepción y memoria visuales de las personas con s.D. son mejores que las auditivas. Si bien pueden aparecer problemas auditivos y de visión que dificulten el aprendizaje a la hora de recibir las explicaciones del profesorado. Pero se puede afirmar que la memoria visual y el aprendizaje a partir de la información que se les presenta visualmente, pueden considerarse sus puntos fuertes. Por esto les gusta aprender en ordenador. En cuanto a la memoria a corto plazo se observan deficiencias para captar y memorizar imágenes, listados de palabras y especialmente frases. Estas dificultades son mayores cuando la información es verbal que cuando es visual. La memoria a largo plazo explícita o declarativa, por su parte, (retener, relacionar y evocar la información) está reducida en las personas con Síndrome de Down, estando más afectada que la implícita o instrumental.
     
  •  Su capacidad comprensiva es claramente superior a la expresiva. Las personas con Síndrome de Down presentan problemas de lenguaje y comunicación, no sólo por sus dificultades para la simbolización y representación, sino también por aspectos relacionados con la capacidad para emitir y articular palabras, ya que presentan dificultades en la respiración y en la motricidad buco facial. Podemos afirmar, que poseen un
    pensamiento más claro que cuando lo expresan oralmente. Tienen claro lo que quieren decir pero les cuesta trabajo expresarlo.

     
  • Presentan “deficiencias en los sistemas de atención y alerta” que se encuentran muy relacionadas con los problemas para tomar la iniciativa. Así, pueden desconectar y aislarse si no provocamos una interacción guiada con ellos.
     
  • La motivación  parece más débil y más inconstante, cuando se tiene que enfrentar a tareas más dificultosas y menos agradables. La autoestima también suele estar disminuida. Tienen baja expectativa de éxito. Sin embargo, crece enormemente si intervienen, contestan y además aciertan. Ponerles en situaciones de éxito favorecerá su desarrollo personal, mejorando su autoconcepto y su autoestima en el ámbito escolar.
     
  • Aprenden a leer antes que a escribir. Su escritura muestra signos de imperfección. La ejecución de trazos y grafismos es imperfecta y requiere numerosas sesiones de aprendizaje y entrenamiento.
     
  • Presentan más dificultades para el razonamiento aritmético y el cálculo. Estos problemas aparecen con relativa frecuencia, agravándose cuando no hay una buena intervención educativa. Pueden, sin embargo, realizar operaciones abstractas, pero precisan más práctica, más ayuda, más tiempo.
     
  • Suelen tener buena capacidad de observación e imitación. La inclusión escolar les permite adquirir modelos normalizados de conducta, aprendizaje, interacción, gracias a la observación e imitación de conductas.
     
  • Tienen tendencia a la persistencia de conducta y resistencia a los cambios. Les resulta difícil cambiar de conducta rápidamente. Tienen menor capacidad de respuesta a lo nuevo. A veces se les considera testarudos o testarudas, cuando no es más que menor capacidad de reacción al cambio.
     
  •  Mejoran el contexto escolar. Su trabajo, esfuerzo y tenacidad sirven de modelo para otros compañeros y compañeras. Aportan unas diferencias que enriquecen el ambiente escolar. También enseñan a los demás con su trabajo y esfuerzo permanente ya que trabajan y se esfuerzan. Mantienen buenas habilidades de interacción social, son comunicativos y responden bien a las demandas del entorno. Muestran facilidad para interactuar gratamente con las personas y su sensibilidad afectiva crea un ambiente agradable. Pueden captar emociones que para otros pasan desapercibidas.